La crisis del 2008, llamada mejor “La Gran Recesión”, fue un golpe durísimo
“No era normal tener que decirle a un cliente que tendría que esperar hasta 10 y 12 meses para tener su máquina”. Aunque era un secreto a voces que aquella euforia económica estallaría en cualquier momento, cuando pasó, hizo estragos y afectó a todos, incluso se llevó por delante una cantidad inmensa de empresas, tanto pequeñas como grandes. CMB no fue ninguna excepción y recibió el duro impacto de aquella crisis. La famosa “desaceleración progresiva” que vaticinaban los políticos de turno, se convirtió de la noche a la mañana en una “caída libre” que cogió a muchos sin red. El escenario que tenían delante era desolador: no se construía por lo que no se fabricaban ni se vendían muebles y en consecuencia no se necesitaban máquinas para embalar lo que no se había fabricado.
La cartera de pedidos adelgazó considerablemente y, de la noche a la mañana, se pasó de tener una lista de espera enorme a no tener prácticamente pedidos. “Fue duro, fue muy duro y nos vimos obligados a hacer una reestructuración muy dura”. En aquel contexto, una cantidad importante de miembros del equipo de CMB tuvieron que dejar sus puestos de trabajo porque “o era eso o cerraba la empresa”.
Ápices de esperanza en medio de tanto desconcierto
Las empresas que se dedicaban a la fabricación de muebles iban cayendo a modo de efecto dominó y, consecuentemente, las empresas que les suministraban materiales para proteger esos muebles durante el transporte o el proceso de venta, también. Algunas de estas empresas entraron en concursos de acreedores e intentaban liquidar la maquinaria de la que disponían para obtener algo de dinero. “Entonces surgió un mercado de máquinas de segunda mano de CMB. Nuestras máquinas eran las que mejor se colocaban porque tenían buena fama. La gente sabía que nuestras máquinas eran fiables, duras y tenían una estética que gustaba. Aquel que se hacía con una máquina de CMB en una licitación la vendía muy fácilmente. Por esto, eran máquinas muy buscadas. En medio de toda esta situación desastrosa, ver que las máquinas de CMB seguían manteniendo su reputación y que tenían una larga lista de pretendientes, dejaba entrever un poco de luz al final del túnel: el esfuerzo de tantos años, la calidad y el trabajo bien hecho, siempre tienen recompensa.
“Surfear la crisis de la COVID-19 nos resultó algo más fácil”
La crisis que estalló en 2008 duró algunos años. Al menos los diez que auguraron algunas voces cualificadas. No se equivocaban. A diferencia de la que hubo post Olimpiadas de Barcelona 92, que duró unos tres años y fue específica de algunos sectores, esta se alargó hasta convertirse en una verdadera travesía por el desierto. Poco a poco, CMB volvió a levantar cabeza, con un equipo humano más pequeño al que tenía antes de la crisis y con la fama de su buen trabajo y sus máquinas de excelente calidad consiguió aguantar gracias a su mentalidad exportadora de la que goza desde sus orígenes. “Incluso en los momentos malos, nunca hemos renunciado a buscar la excelencia a nivel de calidad”.
Cuando todo parecía empezar a recuperar la normalidad, otro revés. El mundo entero se detenía por completo para frenar la pandemia de la COVID-19, CMB también. “Para CMB, la crisis COVID no fue tan dura como la anterior porque nos cogió con un equipo ya reducido, una adecuada y contenida dimensión bien aprendida de la crisis anterior y en una situación de optimización de recursos muy exigente”.
La marca CMB presente en todos los continentes
Y, de nuevo, se volvió a cumplir aquel famoso refrán que dice: “No hay mal que cien años dure”. Y, si no se tira la toalla, se puede aguantar y se aguanta, de todo se sale, y de la pandemia COVID, aunque en algunos momentos pudiera parecer que era imposible, también salimos. CMB sobrevivió a la brutal crisis de 2008 y a la de COVID-19 porque cuenta con clientes en todos los continentes del planeta.
Recientemente, está realizando importantes operaciones comerciales en el mercado norteamericano y cuenta con importantes clientes y distribuidores en Canadá y Estados Unidos. Podemos encontrar máquinas fabricadas por CMB en lugares tan distantes como Australia, Rusia, Kuwait, Irán, Turquía, Japón, Tailandia, Europa del este, Centroeuropa y también América del Sur. “CMB vende en cualquier sitio del mundo donde nos quieran comprar”.
El trabajo constante, el querer ser siempre mejores que el día anterior y un trato exquisito con el cliente, son su mejor carta de presentación. Si las máquinas de embalar son de calidad, no hay frontera que valga. En la actualidad, nuestros esfuerzos están orientados a consolidarnos en el mercado norteamericano.
Dos crisis mundiales y algunos baches después, CMB ha sido y es una fuente de aprendizaje continuo
“A mi CMB me ha enseñado mucho más que todo lo hubiera podido estudiar anteriormente”. Cada día se aprenden cosas nuevas y 36 años después, cuando uno echa la vista atrás, se da cuenta de lo lejos que queda aquella persona que luchó incansablemente para conseguir su sueño de llegar a fabricar buenas máquinas de embalar para exportarlas por todo el mundo. Las experiencias y los aprendizajes nos cambian, nos enseñan y nos hacen mejores.
La importancia de apostar por un equipo preparado, la confianza y el tú a tú son esenciales
“El mundo somos las personas”. CMB no habría llegado donde está sin el equipo humano que trabaja día tras día para sacar la empresa adelante. “Yo a veces les digo a las personas que tengo aquí que podemos estar muy contentos, con todo lo que hemos pasado, de poder seguir aquí y tener pedidos que nos hacen clientes exigentes desde el otro lado del mundo, porque siguen confiando en nosotros y en nuestras máquinas”.
Agradecer al equipo su dedicación y esfuerzo es vital y Juan Barberán lo hace. “Me he dado cuenta de que en nuestro trabajo las personas y la confianza que puedes tener con tu gente es esencial. Pero también debo decir que se lleva uno muchos desengaños. No siempre es todo fácil”.
Las situaciones que se dan en el día a día te obligan a trabajar siempre para intentar mantener una cierta estabilidad, no hay tiempo para relajarse porque construir un buen equipo es algo muy pero que muy difícil y largo en el tiempo.
Cuando la cartera de pedidos flojea, a veces, pueden tomarse decisiones equivocadas
Con la perspectiva que da el tiempo y con los aprendizajes adquiridos, uno mira hacia atrás y piensa que quizás debería haber gestionado ciertas situaciones de forma distinta. Aprender de los errores cometidos para afianzar los pasos futuros es sin duda, una gran lección, la mejor que te puedan haber dado y, claramente, CMB aprende de ello día tras día para avanzar con firmeza hacia el futuro.